Fin de la Peregrinación con María Inmaculada 23-11-2.018

De regreso a casa!!!

Después de 37 días recorriendo las calles de la Concepción invitando a buscar a Santidad, a ser perseverantes en la fe, a participar de la Visita Pastoral y de las Fiestas Patronales, hoy regresa Nuestra Madre nuevamente a la Parroquia.

Hemos finalizado el tiempo de la peregrinación con María Inmaculada; ha sido un tiempo marcado por la provisionalidad. Peregrinamos con un rumbo fijo, avanzamos hacia la meta que es la preparación para las Fiestas Patronales y para la Visita Pastoral, lugar que representó un encuentro espiritual, somos un Pueblo peregrino que camina sostenido por la Eucaristía hacia la Patria celestial.

La Madre de Jesús experimenta las dificultades del camino, además de la indiferencia de las familias que cierran las puertas y no la reciben, las incomodidades, pero en el camino hay muchas personas que se alegran por la llegada de la Madre del Señor a su Hogar, por la llegada de Jesús en medio de todos llevando su mensaje de amor, de alegria y de esperanza, en medio de todas las dificultades que vive cada familia de Yaritagua.

Toda la vida del cristiano es peregrinación. Sin embargo, en algunos momentos esta dimensión se vive de una manera especialmente intensa. En este tiempo nos preparamos para las Fiestas Patronales y para la VISITA PASTORAL, que es una oportunidad para expresar nuestra adhesión y amor filial a la Santa Madre Iglesia, así como para crecer en nuestro compromiso por configurarnos con el Señor Jesús y anunciarlo al mundo.

María es la Luna que refleja los rayos del Sol de Justicia y nos muestra el camino de nuestro peregrinar.

Ser cristiano es seguir a Cristo cooperando con la gracia que el Espíritu derrama en nuestros corazones, para configurarnos con Él y así ser hijos en el Hijo. Esta peregrinación comporta siempre una cuota inevitable de riesgo, que se comprende por la conciencia de nuestra debilidad y nuestro pecado. Es parte del diario morir en Cristo. La fe nos permite asumirlo con esperanza Pascual.

María es Madre del Pueblo de Dios y desde su Asunción a los cielos guía y acompaña su peregrinar hacia la Patria definitiva.

¡Bienvenida Madre mía a tu casa!

Nuestra vida en este mundo es sólo un paso hacia la eternidad.

Por tu limpia Concepción ¡oh! Soberana Princesa,una muy grande pureza te pido de corazón,que las almas no se pierdan ni mueran sin confesión.

Desde que Dios la contempló con amor, María se convirtió en signo de esperanza para la multitud de los pobres, de los últimos de la tierra, que serán los primeros en el reino de Dios. Ella copia fielmente la opción de Cristo, su Hijo, que a todos los afligidos de la historia repite: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré" (Mt 11, 28).

La Iglesia sigue a María y al Señor Jesús caminando por las sendas tortuosas de la historia, para levantar, promover y valorizar la inmensa procesión de mujeres y hombres pobres y hambrientos, humillados y ofendidos de nuetra amada Venezuela afligida, (cf. Lc 1, 52_53). La humilde Virgen de Nazaret, como afirma san Ambrosio, no es "el Dios del templo, sino el templo de Dios" (De Spiritu Sancto III, 11, 80). Como tal, a todos los que recurren a ella los guía hacia el encuentro con Dios Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La peregrinación de María no ha terminado, ya que ella sigue viniendo a nuestro encuentro siempre que la invocamos.

María acompaña la peregrinación de sus hijos, hasta que llegue el momento final, cuando nos encontremos con «el fruto bendito de su vientre: Jesús» y podamos descansar. Mientras tanto, le cantamos: «Ven con nosotros, al caminar, santa María, ven».

Y ahora para finalizar y dar gracias a Dios y la Virgen por todos los recorridos a lo largo de estas 37 semanas, celebramos la Santa Eucaristía de Bienvenida a Nuestra Excelsa Patrona la Inmaculada Concepción a Casa.

Un cristiano sin la Virgen está huérfano.También un cristiano sin Iglesia es un huérfano. Un cristiano necesita de estas dos mujeres, dos mujeres madres, dos mujeres vírgenes: La Iglesia y la Madre de Dios.

María es la madre que con paciencia y ternura nos lleva a Dios, para que desate los nudos de nuestra alma.

Bendito sea Dios por todos los beneficios recibidos.

Toda la existencia de María es un himno a la vida, un himno de amor a la vida: ha generado a Jesús en la carne y ha acompañado el nacimiento de la Iglesia en el Calvario y en el Cenáculo.

“MARÍA DANOS UN CORAZÓN MISIONERO PARA ANUNCIAR A JESUCRISTO”