Reciban un cordial saludo, a todos los que a través de este blog de la PARROQUIA INMACULADA CONCEPCIÓN, de Yaritagua, Municipio Peña Estado Yaracuy, Venezuela están en contacto. Queremos crecer como una comunidad cristiana que ANUNCIA, FORMA, CELEBRA Y DA TESTIMONIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. Todos los cristianos, nos sentimos invitados y llamados a asumir el compromiso de evangelizar de la que cada uno somos corresponsables. Párroco Jesús Antonio Acero.

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sábado, 6 de octubre de 2018

Ordenación Sacerdotal del Pbro. Cristofer Ansoni Blunda 06-10-2018

Hoy Nuestra Diócesis de Yaracuy, aumenta el número de sus Sacerdotes con la Ordenación Sacerdotal del Pbro. Cristofer Ansoni Blunda en la Iglesia San José de Guama. Por imposición de manos de nuestro Obispo Monseñor Víctor Hugo Basabe.
La vocación al sacerdocio lleva consigo el celibato, recomendado por el Señor.
Rito de ordenación sacerdotal.
1a parte:El candidato es presentado y llamado por su nombre. Y hace las promesas y votos ante el Obispo.
El Orden Sacerdotal es un sacramento que, por la imposición de las manos del Obispo, y sus palabras, hace sacerdotes a los hombres bautizados, y les da poder para perdonar los pecados y convertir el pan y el vino en el Cuerpo y en la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
El Orden es el sacramento por el que algunos de entre los fieles quedan constituidos ministros sagrados, al ser marcados con un carácter indeleble, y así son consagrados y destinados a apacentar el pueblo de Dios según el grado de cada uno, desempeñando en la persona de Cristo Cabeza las funciones de enseñar, santificar y regir.
La Iglesia quiere que los candidatos al sacerdocio abracen libremente el celibato por amor de Dios y servicio de los hombres.
La Iglesia quiere a sus sacerdotes célibes para que puedan dedicarse completamente al bien de las almas, sin las limitaciones, en tiempo y preocupaciones, que supone sacar adelante una familia.
El sacerdote debe estar libre para dedicarse, cien por cien, al cuidado de las almas.
El amor de Jesucristo es universal, igual para todos; sin los exclusivismos propios del amor matrimonial. Así debe ser el amor del sacerdote.
Jesucristo es el verdadero y supremo Sacerdote de la Nueva Ley, pue sólo Él nos reconcilió con Dios por medio de su Sangre derramada en la Cruz (Hebreos 8,1; 9,15). Sin embargo, quiso Jesús que algunos hombres, escogidos por Él, participaran de la dignidad sacerdotal de modo que llevaran los frutos de la Redención a todos los demás. Con ese fin instituyó el sacerdocio de la Nueva Alianza (Lucas 22,19). A su vez los Apóstoles, inspirados por Dios, sabían que el encargo de Jesús no acabaría con ellos, y por eso transmitían el ministerio mediante el sacramento del Orden, que administraban por la imposición de las manos y la oración (Hechos 14,23-24). De este modo comunicaban a otros hombres el poder de regir, santificar y enseñar que ellos habían recibido directamente del Señor.
2a parte:
El candidato se postra en el suelo en señal de humildad y de súplica. Mientras se canta las letanías de los Santos. Se termina con esta oración:Escúchanos, Señor Dios nuestro, y derrama sobre este siervo tuyo la bendición del Espíritu Santo y la fuerza de la gracia sacerdotal, concede la abundancia de tus bienes a quién consagramos en tu presencia, Por Jesucristo, nuestro Señor. Amen.
3a parte. Plegaria de Ordenación Sacerdotal
El obispo impone las manos sobre el candidato. Es el momento que el Espíritu Santo desciende por medio del sacramento, (acción sacramental) al ordenado. Termina con la oración consagratoria, y ya es sacerdote para siempre:
TE PEDIMOS, PADRE TODOPODEROSO, QUE CONFIERAS A ESTE SIERVO TUYO LA DIGNIDAD DEL PRESBITERADO; RENUEVA EN SUS CORAZÓN EL ESPÍRITU DE SANTIDAD; RECIBA DE TI EL SEGUNDO GRADO DEL MINISTERIO SACERDOTAL Y SEA, CON SU CONDUCTA, EJEMPLO DE VIDA.
A este lugar se acercan todos los presbíteros presentes y les imponen las manos también en silencio.
Una vez que todos han impuesto las manos, el Obispo pronuncia con las manos extendidas la plegaria de ordenación. “Asístenos, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, autor de la dignidad humana y dispensador de todo don y gracia, por ti progresan tus criaturas y por ti se consolidan todas las cosas. Para formar el pueblo sacerdotal, tú dispones con la fuerza del Espíritu Santo en órdenes diversos a los ministros de tu Hijo Jesucristo.
4a parte. Unción de las manos.
Un vez revestido ya con las vestimentas del sacerdote, las manos son ungidas con el Santo Crisma, mientras que le dice el Obispo la Siguiente oración:
Jesucristo, el Señor, a quien el Padre ungió con la fuerza del Espíritu Santo, te auxilie para santificar el pueblo cristiano y para ofrecer a Dios el sacrificio.
5ta parte:
El Obispo entrega al nuevo sacerdote, el cáliz y la patena, mientras le dice la siguiente oración:
Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios. Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras y conforma tu vida con el misterio de la Cruz.
6ta parte:
Como muestra de acogida en el presbiterio, el obispo y los demás concelebrantes, dan un abrazo al nuevo sacerdote mientras le dicen:
La paz sea contigo, hermano.
Finalmente, cuando llegó la plenitud de los tiempos, enviaste al mundo, Padre santo, a tu Hijo, Jesús, Apóstol y Pontífice de la fe que profesamos. Él, movido por el Espíritu Santo, se ofreció a ti como sacrificio sin mancha, y habiendo consagrado a los apóstoles con la verdad, los hizo partícipes de su misión; a ellos, a su vez, les diste colaboradores para anunciar y realizar por el mundo entero la obra de la salvación.
Te pedimos, Padre todopoderoso, que confieras a este siervo tuyo la dignidad del presbiterado; renueva en su corazón el Espíritu de santidad; reciba de ti el segundo grado del ministerio sacerdotal y sea, con su conducta, ejemplo de vida. Sea honrado colaborador del Orden de los Obispos, para que por su predicación, y con la gracia del Espíritu Santo, la palabra del Evangelio dé fruto en el corazón de los hombres, y llegue hasta los confines del orbe. Sea con nosotros fieles dispensadores de tus misterios, para que tu pueblo se renueve con el baño del nuevo nacimiento, y se alimente de tu altar; para que los pecados sean reconciliados y sean confortados los enfermos. Que en comunión con nosotros, Señor, imploren tu misericordia por el pueblo que se les confía y en favor del mundo entero. Así todas las naciones, congregadas en Cristo, formarán un único pueblo tuyo que alcanzará su plenitud en tu Reino.
"Tu eres Sacerdote para siempre según el orden de Milquesedec" (Hebreos 7, 17)
Un saludo y agradecimiento a la Madre Dios.
Bendición final.
Procesión de salida.
Finalmente, al participar de la función de Cristo, Cabeza y Pastor de la Iglesia, permaneced unidos y obedientes al obispo. Procurad congregar a los fieles en una sola familia, animada por el Espíritu Santo, conduciéndolos a Dios por medio de Cristo. Tened siempre presente el ejemplo del Buen Pastor que no vino a ser servido sino a servir y a buscar y salvar lo que estaba perdido”.

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