Reciban un cordial saludo, a todos los que a través de este blog de la PARROQUIA INMACULADA CONCEPCIÓN, de Yaritagua, Municipio Peña Estado Yaracuy, Venezuela están en contacto. Queremos crecer como una comunidad cristiana que ANUNCIA, FORMA, CELEBRA Y DA TESTIMONIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. Todos los cristianos, nos sentimos invitados y llamados a asumir el compromiso de evangelizar de la que cada uno somos corresponsables. Párroco Jesús Antonio Acero.
Se Invita a la Feligresía en general, a participar de las Charlas de Formación los días martes a partir de las 5:30pm
lunes, 22 de octubre de 2018
3ra Semana de Peregrinación con María Inmaculada 22-10-18
Nos encontramos en la 3era semana de Peregrinación con la Imagen de María Inmaculada, se han visitado alrededor de 85 familias, damos gracias a Dios por la acogida a la imagen de la Madre de Dios y con ella a Cristo Jesús.
María, peregrina en la fe
María nos enseña a ser peregrinos, Ella es la creyente por excelencia, la que supo fiarse de Dios.
Peregrinar es avanzar a través de un camino, hacia una meta.
Nuestra vida en este mundo es sólo un paso hacia la eternidad. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que “caminamos como peregrinos hacia la Jerusalén Celestial” (CIC, 1198) y señala que “las peregrinaciones evocan nuestro caminar por la tierra hacia el cielo” (CIC, 2691)
Para vivir, en marcha hacia la unión definitiva con Dios.
También en nuestro recorrido hacia el cielo se puede presentar la tentación del cansancio, pero tenemos con nosotros la fuerza de Dios que se nos da sobre todo en la comunión eucarística, “pan de nuestra peregrinación, hasta el momento de la muerte” (CIC, 1392).
¡Feliz la que ha creído! (Lc 1, 45)
María nos enseña a recorrer esta “peregrinación en la fe” (Lumen Gentium, 58), este camino hacia Dios.
María es la creyente por excelencia, la que supo fiarse de Dios, creer en su palabra. “La Anunciación es el punto de partida de donde inicia todo el camino de María hacia Dios” (Redemptoris Mater, 14). Un camino de fe que pasa por tortuosos senderos: el presagio de Simeón, “una espada te atravesará el alma” (Lc 2, 35); el exilio en Egipto y la oscuridad interior; la actitud de Jesús que se pierde en el templo a los 12 años y María no logra entender... Hasta la cruz, que será la cima de su peregrinación terrena en la fe.
María “guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2, 51). En lo secreto de su alma, daba a todos los sucesos y circunstancias de su vida la dimensión de la fe. En ese silencio y recogimiento interior María hallaba su fuerza y su luz, su descanso. En la oración recobraba nuevos ánimos, como el viandante que se refresca con el agua de la fuente que encuentra a su paso.
“La Iglesia, confortada por la presencia de Cristo (cf. Mt 28, 20), camina en el tiempo hacia la consumación de los siglos y va al encuentro del Señor que llega. Pero en este camino -deseo destacarlo enseguida- procede recorriendo de nuevo el itinerario realizado por la Virgen María, que avanzó en la peregrinación de la fe”. (Redemptoris Mater, 2)
Dichosa tú, Virgen María. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor! (Lc 1, 45).
Nuestra dicha está en el cumplimiento de la voluntad de Dios, en seguir sus huellas, en aceptar también los días nublados y oscuros, las espinas, los dolores. Quien emprende como María el camino de la fe, avanza con paso firme y seguro a la claridad de la luz eterna. “Que María siga guiándonos hacia Cristo y hacia el Padre, también en la noche tenebrosa del mal y en los momentos de duda, crisis, silencio y sufrimiento”.
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