Reciban un cordial saludo, a todos los que a través de este blog de la PARROQUIA INMACULADA CONCEPCIÓN, de Yaritagua, Municipio Peña Estado Yaracuy, Venezuela están en contacto. Queremos crecer como una comunidad cristiana que ANUNCIA, FORMA, CELEBRA Y DA TESTIMONIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. Todos los cristianos, nos sentimos invitados y llamados a asumir el compromiso de evangelizar de la que cada uno somos corresponsables. Párroco Jesús Antonio Acero.
Se Invita a la Feligresía en general, a participar de las Charlas de Formación los días martes a partir de las 5:30pm
jueves, 1 de diciembre de 2016
Tercer día de la Novena a Nuestra Inmaculada 1-12-2.016
María, modelo de fe, Tú que creíste en la palabra del Angel, y Dios obró maravillas en Ti, aumenta en nosotros la fe, sin la cual no podemos agradar a Dios, ni salvarnos.
Ruega por nosotros.
Inmaculada Concepción
En verdad que eres hermosa amada mía. Cant. 4, 1.
Todos entramos en este mundo marcados con el estigma del pecado de Adán, desviados de nuestro fin verdadero.
Para hablar a Dios es menester una conversión. Sedientos de Dios por naturaleza y por vocación sobrenatural, somos solidarios de una raza pecadora. Antes de que el nuevo Adán reine en nuestras almas, ya somos herederos del antiguo Adán pecador.
Por eso la Inmaculada nos invita a seguir en pos de ella hacia el encuentro del Salvador. Como a rebeldes que somos, nos enseña fidelidad y docilidad a las llamadas de la Gracia. Egoístas como somos, replegados sobre nosotros mismos, la Virgen nos dice que el sacrificio es la condición de toda genuina grandeza.
Ella tiene lecciones de humildad y de reconocimiento y gratitud a Dios, para nuestra tentación de orgullo.
Reducidos a la impotencia, en la amenaza continua de otra recaída, María nos recuerda el poder de la oración.
Efectivamente, la Concepción Inmaculada de la Virgen María no es solamente un privilegio negativo. Es, sobre todo, una realidad positiva, una plenitud de Gracia, una orientación del alma, desde sus cimientos mismos, que hace de la Virgen María un impulso celestial y como un clamor que sube hasta Dios. El mismo la ha traído a la existencia, como un eco siempre fidelísimo a la voz que la ha suscitado, como un espejo que devuelve el rayo de luz. Pero este ímpetu, esta claridad y esta correspondencia, son también resultado de una voluntad libre que, prevenida por la Gracia de Dios, jamás hace el menor gesto, jamás dice la menor palabra que pudiera traicionar la intención divina.
Habla Dios. Su creatura responde: «He aquí la esclava del Señor».
ORACIÓN DE ESTE DÍA. Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como preservaste a María de todo pecado venial en toda su vida, y a nosotros nos pides que purifiquemos más y más nuestras almas para ser dignos de ti, así te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la gracia de evitar los pecados veniales y la de procurar y obtener cada día más pureza y delicadeza de conciencia.
Santa María de la esperanza
Vida, dulzura y esperanza nuestra. Salve
De la Fe germina la Esperanza.
Esperanza, la virtud más olvidada de los cristianos, pero la más necesaria para ir por la vida, en ruta.
La esperanza del cristiano no es ni presunción ilusa del hombre que se cree confirmado en gracia, ni tampoco la angustia desesperada del que no confía en Dios.
La auténtica Esperanza es una mezcla de seguridad y temor. Seguridad en Dios que nos ama infinitamente. Temor de nosotros mismos que somos barro.
Esperanza, virtud de los hijos de Dios, que llaman al Omnipotente, Padre. Y si Dios cuida de los lirios y de los gorriones ¡cuánto más cuidará de nosotros!
Esperanza, virtud de caminantes. Ella mantiene en pie el corazón de los cristianos. Se sigue andando mientras hay esperanza, y cuando a un hombre le domina el cansancio, es porque se le acabó la Esperanza.
«Nos gozamos basados en la Esperanza de la que nadie queda confundido».
La Virgen fue alma de gran Esperanza. Conoció el Amor profundo de Dios que nos dio a su Hijo. Que Ella nos haga hombres de Esperanza, caminando sin fatiga, la mirada en el horizonte, donde nos espera el «Dios de la Esperanza».
La Virgen sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que de El esperan con confianza la salvación.
Ella es la estrella de la esperanza que precede con su luz al pueblo de Dios peregrinante. Signo de esperanza segura y de consuelo en nuestras angustias y perplejidades de cada día.
¡Santa María, estrella de la Esperanza, ruega por nosotros!
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