Reciban un cordial saludo, a todos los que a través de este blog de la PARROQUIA INMACULADA CONCEPCIÓN, de Yaritagua, Municipio Peña Estado Yaracuy, Venezuela están en contacto. Queremos crecer como una comunidad cristiana que ANUNCIA, FORMA, CELEBRA Y DA TESTIMONIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. Todos los cristianos, nos sentimos invitados y llamados a asumir el compromiso de evangelizar de la que cada uno somos corresponsables. Párroco Jesús Antonio Acero.

Se Invita a la Feligresía en general, a participar de las Charlas de Formación los días martes a partir de las 5:30pm


miércoles, 18 de abril de 2018

#Oremos por Venezuela

La Conferencia Episcopal Venezolana invita a todos los Venezolanos a unirnos en una Jornada de Oración por Venezuela desde el 19 hasta el 22 de abril de 2018

lunes, 16 de abril de 2018

Aniversario de Acción de Gracias, por el padre Jesús Acero en Nuestra Parroquia 16-04-2018

Hoy en Nuestra Casa, en nuestra querida Parroquia Inmaculada Concepción, hemos vivido un momendo de acción de gracias a Dios, por nuestro Párroco Jesús Antonio Acero, por estos 13 años de entrega y empeño en acercarnos a Jesús, mostrarnos el rostro de Dios y formarnos para la defensa de Nuestra Fe.
Reunidos hoy en torno al altar nos presentamos ante Dios llenos de alegría para agradecer los incontables dones que día a día nos regala. Estamos congregados en esta asamblea Eucarística para dar gracias a Dios por Nuestro Pastor y Guía Espiritual, Jesús Antonio Acero porque hace 13 años que nuestro Párroco llegó a nuestra comunidad Parroquial, por su labor en nuestra Parroquia en comunidad de fe, de culto y de caridad, pidamos al Señor que ilumine y fortalezca a muestro Párroco en cumplir la misión que se le confió. Que Nuestro Señor Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote le conceda la Gracia de continuar y le permita por medio de sus obras alcanzar la Santidad.
Jesús ha resucitado de acuerdo al plan de Salvación del Padre, Él es nuestro defensor e intercede ante Dios pagando nuestros pecados con su Vida. Los encuentros con Jesús nos llenan de paz y alegría.
Tenemos tantos motivos para dar gracias a Dios, Durante todos estos años usted no ha escatimado esfuerzos para acercarnos más a Cristo, para proclamarlo Vivo y Resucitado, el único que puede dar sentido y plenitud a nuestra vida. Y lo ha hecho siempre desde el silencio, desde la oración, desde el ofrecimiento personal, desde la austeridad de vida, desde la constancia, desde la paciencia, desde la confianza en Dios pero también, en justo equilibrio, a través de su palabra, en las misas, en las catequesis, en la reuniones. Como un buen Padre celoso por todos y cada uno de sus hijos a él confiados no ha regateado tiempo a quien lo ha necesitado, ni solicitud a quien ha reclamado su atención.
Gracias, Señor, por este regalo que tantas veces no sabemos apreciar.
Gracias por los sacerdotes ancianos y mayores que se han desgastado en el anonimato y la fidelidad del día a día.
Gracias por los sacerdotes enfermos cuyo testimonio de entrega hasta el sufrimiento nos anima a seguir luchando en la vida.
Gracias por nuestros párrocos y vicarios que, como pastores responsables, están siempre a nuestro lado para guiarnos y acompañarnos.
Gracias por los sacerdotes misioneros, su ejemplo es para nosotros una invitación a dejarlo todo para anunciar en nuestro ambiente tu Palabra sin complejos.
Gracias por los sacerdotes que trabajan en los hospitales, donde su presencia es signo de tu presencia que da vida y salud.
Gracias por los sacerdotes que trabajan en las escuelas, las universidades y todas las instituciones educativas; ellos se esfuerzan en mostrar que la fe y la cultura se necesitan mutuamente.
Gracias por los sacerdotes que acompañan tantos movimientos y grupos que hay en tu Iglesia porque hacen lo posible para que el fuego del apostolado esté siempre vivo.
Gracias por los sacerdotes que nos acompañan en nuestro camino espiritual; gracias por su escucha, su silencio, su respeto y sus palabras de consejo, de ánimo y de consuelo.
Gracias por los sacerdotes que trabajan en la formación de los seminaristas, dándolo todo para formales según tu corazón y al ejemplo de tu Hijo el Buen Pastor.
Gracias por los sacerdotes que trabajan con los más desfavorecidos de nuestro mundo injusto; porque intentan construir con gestos proféticos el reino de las bienaventuranzas.
Gracias por los sacerdotes que nos han dado el sacramento del bautismo, el don de la fe y la gracia de ser hijos de tu Iglesia.
Gracias por los sacerdotes que nos alimentan en la Eucaristía con la Palabra y el Pan de la Vida que nos permiten seguir caminando como hermanos.
Gracias por los sacerdotes que en tu nombre perdonan nuestros pecados y enjugan nuestras lágrimas con palabras de misericordia.
Gracias por los sacerdotes que bendicen nuestros matrimonios para que sean signo de tu amor hacia todos nosotros.
Gracias por los sacerdotes que nos visitan cuando estamos enfermos y nos dan fuerzas para soportar el sufrimiento y el dolor.
Gracias por los sacerdotes, Señor.
Gracias, muchas gracias Señor por mi Sacerdote Jesús Antonio Acero Riaño.
Nuestra mirada, como familia parroquial nos ha llevado hasta su persona Padre Jesús Antonio Acero, persona que cierto día fue enviada a la Inmaculada Concepción por la misericordia de Dios, a pastorear esta grey, esta pequeñísima porción del Pueblo de Dios que guiada tras su cayado dirige desde hace ya 13 años.
Gracias muchas gracias Padre Amigo.
Amadísimo padre Jesús, en nombre de toda la Parroquia Inmaculada Concepción, y en especial de los enfermos y ancianos, que están con el corazón, pero que no han podido venir y les hubiera gustado mucho estar hoy aquí presentes, queremos agradecerle por todos estos años de dedicación y de amor a Cristo y a su Iglesia, en particular a Nuestra parroquia Inmaculada Concepción.
Que Dios le colme de bendiciones y su Santísima Madre, aquí presente, Nuestra Inmaculada Concepción, le lleve siempre en su regazo.

domingo, 1 de abril de 2018

Domingo de Resurrección 01-04-2018

“¡Cristo está vivo!”. Con inmenso gozo cristiano por la Resurrección de nuestro Maestro y Señor Jesucristo. Hoy es el Domingo de los Domingos. El día más importante del año. Día en que celebramos la Resurrección del Señor y en sentido espiritual participamos en esta Resurrección.
Celebramos hoy el día de la nueva creación, del nuevo inicio. Día en que Cristo viene a nosotros en su humanidad transformada, resucitada. En la que también nosotros como bautizados tenemos nuestra participación. Nosotros: llamados a una nueva vida, a una transformación en hijos de Dios.
Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la Misa dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.
La Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles
A todos los que ya estamos bautizados, esta liturgia nos invita a renovar nuestras promesas y compromisos bautismales: renunciar a Satanás, a sus seducciones y a sus obras. También, de confirmar nuestra entrega a Jesucristo.
Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.
En la resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar?
Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.
A ejemplo de los Apóstoles, la certeza de la resurrección de Jesús, nos debe mover a ser sus testigos y misioneros. Este gran acontecimiento cristiano nos compromete más como sus mensajeros. Nuestra misión: Anunciarle al mundo que Cristo está vivo. Jesús ha resucitado y nosotros con Él. Presentemos, en este grandioso día de fiesta, todo nuestro ser y nuestra nueva vida al Dios y Padre nuestro.
San Pablo nos dice: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14).
Si Jesús no hubiera resucitado, sus palabras hubieran quedado en el aire, sus promesas hubieran quedado sin cumplirse y dudaríamos que fuera realmente Dios.
Pero, como Jesús sí resucitó, entonces sabemos que venció a la muerte y al pecado; sabemos que Jesús es Dios, sabemos que nosotros resucitaremos también, sabemos que ganó para nosotros la vida eterna y de esta manera, toda nuestra vida adquiere sentido.
La Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no podemos vivir más con caras tristes. Debemos tener cara de resucitados, demostrar al mundo nuestra alegría porque Jesús ha vencido a la muerte.
La Resurrección es una luz para los hombres y cada cristiano debe irradiar esa misma luz a todos los hombres haciéndolos partícipes de la alegría de la Resurrección por medio de sus palabras, su testimonio y su trabajo apostólico.
Debemos estar verdaderamente alegres por la Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor. En este tiempo de Pascua que comienza, debemos aprovechar todas las gracias que Dios nos da para crecer en nuestra fe y ser mejores cristianos. Vivamos con profundidad este tiempo.
Con el Domingo de Resurrección comienza un Tiempo pascual, en el que recordamos el tiempo que Jesús permaneció con los apóstoles antes de subir a los cielos, durante la fiesta de la Ascensión.
Pascua es victoria, es el hombre llamado a su dignidad más grande.
Este es el día de la esperanza universal, el día en que en torno al resucitado, se unen y se asocian todos los sufrimientos humanos, las desilusiones, las humillaciones, las cruces, la dignidad humana violada, la vida humana no respetada.
La Resurrección nos descubre nuestra vocación cristiana y nuestra misión.
El mensaje redentor de la Pascua no es otra cosa que la purificación total del hombre, la liberación de sus egoísmos, de su sensualidad, de sus complejos; purificación que, aunque implica una fase de limpieza y saneamiento interior, sin embargo se realiza de manera positiva con dones de plenitud, como es la iluminación del Espíritu , la vitalización del ser por una vida nueva, que desborda gozo y paz -suma de todos los bienes mesiánicos-, en una palabra, la presencia del Señor resucitado. San Pablo lo expresó con incontenible emoción en este texto : "Si habéis resucitado con Cristo vuestra vida, entonces os manifestaréis gloriosos con Él" (Col. 3 1-4).
SECUENCIA
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza,
a gloria de la víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva;
a Dios y a los culpables
unió con Nueva Alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la vida,
triunfante se levanta.
"¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?"
"A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua".
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en Tí no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
La fiesta de Pascua es, ante todo la representación del acontecimiento clave de la humanidad, la Resurrección de Jesús después de su muerte consentida por Él para el rescate y la rehabilitación del hombre caído. Este acontecimiento es un hecho histórico innegable. Además de que todos los evangelistas lo han referido, San Pablo lo confirma como el historiador que se apoya, no solamente en pruebas, sino en testimonios.