Reciban un cordial saludo, a todos los que a través de este blog de la PARROQUIA INMACULADA CONCEPCIÓN, de Yaritagua, Municipio Peña Estado Yaracuy, Venezuela están en contacto. Queremos crecer como una comunidad cristiana que ANUNCIA, FORMA, CELEBRA Y DA TESTIMONIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. Todos los cristianos, nos sentimos invitados y llamados a asumir el compromiso de evangelizar de la que cada uno somos corresponsables. Párroco Jesús Antonio Acero.
Se Invita a la Feligresía en general, a participar de las Charlas de Formación los días martes a partir de las 5:30pm
domingo, 16 de abril de 2017
Aniversario del Padre Jesús Acero cómo Párroco de la Inmaculada Concepción 16-04-2.017
Que el Señor Resucitado lo siga bendiciendo abundantemente, Padre Jesús Antonio Acero, Párroco de la Inmaculada Concepción desde hace doce (12) años y que la Gracia de Dios sobreabunde en usted y su familia, para que siga dando todo de sí como hasta ahora, y fiel al mandato de Dios que siga siendo el reflejo de Cristo.
Que el Señor me lo bendiga siempre, lo cuide y lo proteja y que la Santísima Virgen María lo acompañe en su caminar Sacerdotal y que junto con el pueblo de Dios que le ha confiado, alcance la meta a la que aspiramos todos que es el perfecto amor, la salvación y la santidad. Muchas felicidades y muchas bendiciones para usted, Padre espíritual, amigo, hermano, a usted todo lo mejor.
Felicidades!!!
Está es tu grey!!!
Qué gran alegría y agradecimiento con Dios por haberlo llamado para ser Sacerdote de esta humilde y bendecida Parroquia Inmaculada Concepción, gracias por todas sus enseñanzas dadas en cada Eucaristía, en cada palabra, en cada charla de formación, gracias por querer lo mejor del pueblo de Dios, que esta a su cargo,Tu Comunidad parroquial. Padre Jesús gracias por oler a ovejas como dice el Papa Francisco; y desde lo más profundo del corazón felicidades padre Jesús por ser nuestro pastor y guía, que el Espíritu de Cristo Resucitado le llene de amor, alegría y esperanza siempre.
Siempre a tu lado
Gracias Padre por tanto!!!
Tus hijos amados!!! Parroquia Inmaculada Concepción
Felicidades padre!!!
Domingo de Resurrección 16-04-2017
“¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado!”
Como señaló ya en los primeros tiempos el apóstol Pablo, si Jesús no hubiese resucitado la predicación sería vana y seríamos los hombres más dignos de compasión (1 Cor 15, 14.19).
El Domingo de Resurrección es la fiesta más importante para nosotros los cristianos católicos, porque celebramos la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo tras haber sido crucificado mortalmente. Alabamos que Jesús triunfó sobre la muerte, abriendo la puerta de los cielos a los creyentes. Con esta conmemoración religiosa se finaliza con la Semana Santa para la fe católica.
Es el día en que Cristo resucita después de ser crucificado, y resucita en “Cuerpo Glorioso” va al encuentro con sus apóstoles y luego sube al cielo. Hoy, termina la Semana Santa y, con esta celebración final del Día de la Resurrección, se solemniza uno de los pilares de la fe católica.
La Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no podemos vivir más con caras tristes.Debemos ontemplar los lugares donde Cristo se apareció después de Su Resurrección.
El Domingo de Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda nuestra religión.
Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la Misa dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.
La Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles.
Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.
En la resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar?
Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.
¡Aleluya Él Señor ha resucitado! Y porque Él Señor ha resucitado, también nosotros resucitaremos con Él.
Si creemos ¡Ya estamos resucitados con Cristo y para Cristo!
Y ya en esta vida tenemos una participación en la Resurrección de Cristo. Si bien es cierto que Jesús nos resucitará al final de los tiempos, también es verdad que, en un cierto sentido, con Él ya hemos resucitado. ¡La vida eterna comienza ya en este momento! Comienza durante toda la vida, hacia aquel momento de la resurrección final. Y ya estamos resucitados! De hecho, mediante el Bautismo, somos incorporados en la muerte y resurrección de Cristo y participamos de la vida nueva, que es la vida de Él. Por lo tanto, a la espera del último día, tenemos en nosotros mismos una semilla de resurrección, como la anticipación de la resurrección plena que recibiremos en herencia. Por esta razón, también el cuerpo de cada uno de nosotros es resonancia de eternidad, y por ello siempre debe ser respetado; y sobre todo se debe respetar y amar la vida de los que sufren, para que sientan la cercanía del Reino de Dios, aquella condición de vida eterna hacia la que caminamos ¡Y este pensamiento nos da esperanza! Estamos en camino hacia la Resurrección. Y esta es nuestra alegría: un día encontrar a Jesús, encontrarnos con Jesús todos juntos, todos juntos - no aquí en la plaza, en otra parte - pero felices con Jesús. ¡Y este es nuestro destino!
sábado, 15 de abril de 2017
Sábado Santo, Vigilia Pascual 15-04-2017
En está noche santa Jesús nos abre las puertas del paraíso!!!
Vigilia Pascual
Por la noche se lleva a cabo la celebración de la Vigilia Pascual. Dicha celebración tiene cuatro partes importantes que terminan con la Liturgia Eucarística:
1. Bendición del fuego nuevo.
2. Liturgia de la Palabra.
3. Liturgia Bautismal.
4. Liturgia Eucarística.
Era costumbre, durante los primeros siglos de la Iglesia, bautizar por la noche del Sábado Santo, a los que querían ser cristianos. Ellos se preparaban durante los cuarenta días de Cuaresma y acompañados por sus padrinos, ese día se presentaban para recibir el Bautismo.
También, ese día los que hacían penitencia pública por sus faltas y pecados eran admitidos como miembros de la asamblea.
Actualmente, la Vigilia Pascual conserva ese sentido y nos permite renovar nuestras promesas bautismales y acercarnos a la Iglesia con un espíritu renovado.
Bendición del fuego nuevo:
Al iniciar la celebración, el sacerdote apaga todas las luces de la Iglesia, enciende un fuego nuevo y con el que prende el cirio pascual, que representa a Jesús. Sobre el cirio, marca el año y las letras griegas "Alfa" y "Omega", que significan que Jesús es el principio y el fin del tiempo y que este año le pertenece.
Al grabar en la cruz las letras griegas Alfa y Omega y las cifras del año en curso, el celebrante dice: "Cristo ayer y hoy, Principio y Fin, Alfa y Omega. Suyo es el tiempo. Y la eternidad. A él la gloria y el poder. Por los siglos de los siglos. Amén".
Una vez encendido el Cirio Pascual, el Sacerdote anuncia a viva voz, Luz de Cristo por 3 veces, una en la entrada de la Iglesia, otra en el cento y la última frente al altar, y el pueblo responde: Demos gracias a Dios!!!
Cuando el Sacerdote va en el centro de la Iglesia y anuncia por segunda vez, LUZ DE CRISTO, Demos gracias a Dios!!! el fuego nuevo es asperjado en silencio, mediante este rito sencillo reconoce la Iglesia la dignidad de la creación que el Señor rescata.
Tras el cirio encendido que representa a Cristo, columna de fuego y de luz que nos guía a través de las tinieblas y nos indica el camino a la tierra prometida, avanza el cortejo de los ministros. Se escucha cantar tres veces:"Luz de Cristo" mientras se encienden en el cirio recién bendecido todas las velas de la comunidad cristiana.
El Sacerdote se dirige frente al altar y anuncia por tercera vez, LUZ DE CRISTO. Demos gracias a Dios!!!
La cera, a su vez, resulta ahora una criatura renovada. Se devolverá al cirio el sagrado papel de significar ante los ojos del mundo la gloria de Cristo resucitado. Por eso se graba en primer lugar la cruz en el cirio. La cruz de Cristo devuelve a cada cosa su sentido. Por ello el Canon Romano dice: "Por él (Cristo) sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros".
"La Luz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu".
Hay que vivir estas cosas con alma de niño, sencilla pero vibrante, para estar en condiciones de entrar en la mentalidad de la Iglesia en este momento de júbilo. El mundo conoce demasiado bien las tinieblas que envuelven a su tierra en infortunio y congoja. Pero en esa hora, puede decirse que su desdicha ha atraído la misericordia y que el Señor quiere invadirlo todo con oleadas de su luz.
Ahora, nuestro hermano Seminarista Luis Noguera, canta el Pregón Pascual.
El pregón pascual
Exulten por fin los coros de los ángeles,
exulten las jerarquías del cielo,
y por la victoria de Rey tan poderoso
que las trompetas anuncien la salvación.
Goce también la tierra,
inundada de tanta claridad,
y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,
se sienta libre de la tiniebla
que cubría el orbe entero.
Alégrese también nuestra madre la Iglesia,
revestida de luz tan brillante;
resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.
En verdad es justo y necesario
aclamar con nuestras voces
y con todo el afecto del corazón
a Dios invisible, el Padre todopoderoso,
y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre
la deuda de Adán
y, derramando su sangre,
canceló el recibo del antiguo pecado.
Porque éstas son las fiestas de Pascua,
en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.
Ésta es la noche
en que sacaste de Egipto
a los israelitas, nuestros padres,
y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.
Ésta es la noche
en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.
Ésta es la noche
en que, por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo
son arrancados de los vicios del mundo
y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia
y son agregados a los santos.
Ésta es la noche
en que, rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados?
¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
¡Qué noche tan dichosa!
Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó de entre los muertos.
Ésta es la noche
de la que estaba escrito:
«Será la noche clara como el día,
la noche iluminada por mí gozo.»
Y así, esta noche santa
ahuyenta los pecados,
lava las culpas,
devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes,
expulsa el odio,
trae la concordia,
doblega a los poderosos.
En esta noche de gracia,
acepta, Padre santo,
este sacrificio vespertino de alabanza
que la santa Iglesia te ofrece
por rnedio de sus ministros
en la solemne ofrenda de este cirio,
hecho con cera de abejas.
Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios.
Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla,
porque se alimenta de esta cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda
para hacer esta lámpara preciosa.
¡Que noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!
Te rogarnos, Señor, que este cirio,
consagrado a tu nombre,
arda sin apagarse
para destruir la oscuridad de esta noche,
y, como ofrenda agradable,
se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso
y es Cristo, tu Hijo resucitado,
que, al salir del sepulcro,
brilla sereno para el linaje humano,
y vive y reina glorioso
por los siglos de los siglos.
Amén.
Liturgia de la Palabra.
En las lecturas del AT tienen un ritmo interno bien conocido: la Ley y los Profetas, con los Salmos. En el primer grupo, la creación, el sacrificio de Abrahán y el paso del mar Rojo. En el segundo, la llamada al amor renovador (con una alusión intencionada a los días de Noé y al diluvio: referencia bautismal y eclesial) y las imágenes sapienciales-sacramentales de la alianza (el agua, el alimento, la Palabra) en los dos textos de Isaías; la llamada entusiasta a la fe, en el texto de Baruc; la promesa del don escatológico (un pueblo, un agua pura, un corazón y un espíritu nuevos), en el maravilloso texto de Ezequiel. En los salmos resuenan los temas de las lecturas que les preceden, destacándose los dos cánticos bíblicos: el de Moisés para la lectura del Éxodo y el de Isaías 12 como cántico bautismal.
“La noche de Pascua, en su verdadero sentido, es la fiesta nupcial de la Iglesia. Todas las imágenes de nupcias y bodas que, llenas de promesas, nos acompañan a lo largo de la liturgia anual, alcanzan hoy toda su plenitud. La imagen del pozo de Jacob se ha hecho feliz realidad: la mujer que no tenía esposo, pero que había pertenecido a muchos, ha encontrado al esposo celestial que le estaba destinado desde el comienzo. La humanidad ha acabado por comprender a quién debe dirigir el saludo que hasta ahora había dirigido a un esposo falso y seductor. Este saludo era: "¡Salve, esposo! ¡Salve, nueva luz!" (Fírmico Materno). Pues "sólo hay una luz, sólo hay un esposo: Cristo es el único que ha recibido la gracia de tal nombre" (Id). Aquí, en la noche de Pascua, en boca de la Iglesia y ante la luz del cirio pascual, figura de Cristo, el antiguo saludo de los misterios paganos alcanza su verdadero sentido. Ya es de noche; llega el esposo a casa y encuentra a la esposa desvelada. No ha podido pegar los ojos sabiéndolo fuera, en la noche del sepulcro.
¡Ahora ha vuelto vivo! "Sus cabellos están cubiertos de la escarcha de la noche" (Ct 5,2), como decía S. Paulino de Nola: "Quae autem nox intellectu spiritali putanda nisi passio Domini...”; aún lleva impresas las huellas de la pasión. Pero está ante la puerta, sobrenaturalizado, con el cuerpo glorificado, revestido de la divinidad, "mirando por las ventanas, atisbando por entre las celosías" (Ct 2, 9); San Ambrosio dirá que las "ventanas" se interpretan como su fueren los profetas, “por quos Dominus genus respexit humanum, priusquam in terras ipse descenderet" -"por los cuales Dios miró al género humano antes de bajar Él mismo a la tierra". Hasta ahora la esposa solamente ha podido adivinarlo a El a través de las ventanas y las celosías, a través de los dichos y las imágenes de los profetas. Ahora ha salido de la oscuridad de la noche, y su presencia viva en la gloria de su resurrección sobrepasa con su resplandor cualquier imagen y profecía”.
viernes, 14 de abril de 2017
Viernes Santo, Pasión de Nuestro Señor Jesucristo 14-04-2017
Día en que crucificaron a Cristo en el Calvario
En este día recordamos cuando Jesús muere en la cruz para salvarnos del pecado y darnos la vida eterna.
En silencio reverente iniciamos la celebración de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Con la cruz, signo de derrota y ajusticiamiento para los criminales, nosotros los cristianos vemos el símbolo de la infinita misericordia de nuestro Dios.
Esta celebración consta de tres momentos. Primero, la liturgia de la Palabra, donde reconocemos en la cruz el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento. Luego, la veneración de la cruz, donde aceptamos en la cruz el actuar salvador de nuestro Dios. Finalmente, el rito de comunión donde degustamos a quien en la cruz se inmoló.
Este día no se celebra la Santa Misa.
En la liturgia de esta tarde, la Cruz de Jesucristo ocupa el centro de nuestro encuentro.
Signo de dolor, de humillación, de amor, de victoria, de salvación.
Vamos a adorarla, a besarla.
Adorar la Cruz es adorar a Cristo.
Es agradecerle su entrega por amor: un amor que da la vida para librarnos de la muerte y el sinsentido.
Es contemplar a los que, como Él, hoy están crucificados, a los que son víctimas de la maldad y el olvido humano.
La Cruz de Jesús es luz que ilumina nuestros sufrimientos, nuestras cruces personales y comunitarias.
Hoy toda la Iglesia Católica se une en penitencia, abstinencia y ayuno para conmemorar la pasión del Señor. Entre las actividades de este día están el Vía Crucis, el Sermón de las Siete Palabras del Señor Jesús en la Cruz; las procesiones con la imagen de Cristo y de su Madre Dolorosa, entre otros.
Este día la Iglesia no celebra la Eucaristía y ningún sacramento, a excepción de la Reconciliación y de la Unción de los Enfermos.
La celebración litúrgica conmemora la Muerte del Señor, se realiza también la celebración de la Palabra que concluye con la adoración de la Cruz y con la Comunión Eucarística, consagradas el Jueves Santo.
Hoy se invita además a acompañar al final de la adoración de la cruz una pequeña conmemoración de la Virgen María, la Madre dolorosa, que estuvo a los pies de la Cruz.
En el Viernes Santo celebramos la Pasión y Muerte de Jesucristo.“Celebramos la muerte de Jesús, quien ha muerto por cada uno de nosotros y por toda la humanidad para reconciliarnos con el padre”. En este día se conmemora el amor extremo de Cristo para rescatarnos.
Es importante interiorizar el hecho de que Jesús se entregó en la Cruz por cada uno de nosotros. Y hay que comprender que la Cruz es un signo de victoria sobre la muerte, especialmente que es una victoria sobre el pecado.
Con su sacrificio, Cristo pagó el precio que la humanidad debía pagar por sus pecados. Por eso, en este día necesitamos meditar, pensar y sentir sobre el significado de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
Una de las actitudes que el cristiano debe tener durante el Viernes Santo es la reflexión porque comprenderemos y profundizaremos en el sentido de la muerte de Cristo.
jueves, 13 de abril de 2017
Jueves Santo, Última Cena del Señor 13-04-2017
La preparación de la cena pascual
El jueves por la tarde, Jesús volvió a subir a Jerusalén, pero no públicamente como los días anteriores, sino con precauciones para evitar problemas con los que le buscan para matarle. Quiere calma y las condiciones materiales más adecuadas para un designio que cruzará los siglos. Judas espía dónde van a ir, pero no le es posible enterarse; Jesús da indicaciones muy cuidadosas a Juan y a Pedro. Hasta que llegan a una casa espaciosa y rica, en la zona más acomodada de aquella Jerusalén, en el monte Sión, no lejos de la casa de Caifás.
Llegan a la casa. Suben al piso superior. Se admiran de lo espléndido del lugar, cosa que contrasta con los lugares donde habitualmente se alojaban. Y comienzan los preparativos para la cena pascual. Algunas de las mujeres han acudido también, y viven la fiesta separadas de los varones, como era la costumbre. Probablemente cuidan de lo que necesitan para la pascua. La Virgen María está allí por especial designio divino. Jesús no quiere apartarla de los momentos más importantes de su vida, quiere que se asocie a su modo con lo que va a suceder.
Significado de la Pascua
La Pascua era la fiesta más grande para Israel. Recuerda la liberación de la esclavitud de los israelitas en Egipto. Dios quería salvar a su pueblo, pero el faraón se opone y es castigado con diez plagas hasta que doblega su terca voluntad. La décima plaga consistió en herir a los primogénitos de Egipto con el ángel exterminador. Los hebreos podían librarse de este castigo si marcaban el dintel de la puerta de su casa con sangre de un cordero. "Aquella noche comerían su carne, asada al fuego, con panes sin levadura y hierbas amargas. Cenarían, ceñidos los riñones, con los zapatos puestos, bastón en la mano y a toda prisa", como viajeros dispuestos a partir. Era el recuerdo del Paso del Señor, de su Pascua. Durante siete días debían abstenerse de pan fermentado y consagrar a Dios la semana entera.
El lavatorio de los pies y anuncio de la traición
Y mientras celebraban la cena, cuando el diablo ya había sugerido en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, que lo entregara, como Jesús sabía que todo lo había puesto el Padre en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía"(Jn) Este es el contraste: la libertad que no quiere amar y la libertad que se da sin tasa. La conciencia que Cristo tiene de su misión es total. Él sabe su origen como Hijo engendrado eternamente por el Padre e Hijo de los hombres, cabeza de toda la humanidad, y sabe que su camino de vuelta al Padre pasa por medio del dolor y del amor, del servicio como Siervo doliente que ama consiguiendo el perdón.
El ambiente es religioso y solemne. Todos miran a Jesús que hace un signo sorprendente. Lavar los pies de los discípulos.
Jesús "se levantó de la cena, se quitó el manto, tomó una toalla y se la ciñó. Después echó agua en una jofaina y empezó a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido"(Jn). Momentos antes los discípulos discutían "sobre cuál era el mayor"; no parece una discusión para situarse más arriba unos que otros, sino para estar más cerca del Maestro. Le querían mucho y le conocían bien. Se daban cuenta de que quería decirles muchas cosas y también de que era muy sensible a su cariño. Con el trato, el respeto había aumentado, pero también el amor. Quieren estar cerca del Señor y se establece una rivalidad amistosa.
Es evidente que Jesús quiere revelar el valor de la humildad, del servicio y la necesidad de la purificación para acceder a la Eucaristía . Pero no se trata de una lección más de las muchas que han recibido; se trata de una nueva revelación de la intimidad de Dios. Quiere manifestarse como el Siervo de Yavé que purifica los pecados de todos por la vía del dolor, como dice Isaías. Pedro sabe que Dios es Amor, pero ver de rodillas el amor humilde de Dios, le parece demasiado. Pedro ama a Jesús y sabe que el Señor también le ama, pero es consciente de la distancia entre ambos. Tanto el amor de Pedro como el de Jesús son entrega, pensar en el otro, querer el bien del otro, pero en Jesús,“el mayor sirve al menor”, hasta el extremo de que Dios sirve al hombre, incluso al hombre sucio por el pecado, es decir, al hombre que no le ama. Esa es la diferencia y a Pedro le cuesta aceptarla; se resiste.
Jesús realizó la ceremonia del lavatorio con detenimiento. Los purifica uno a uno en medio de un silencio tenso. Todos se dejan lavar mientras se examinan.
Y por fin Jesús explica con palabras el significado del signo: "Después de lavarles los pies tomó el manto, se puso de nuevo a la mesa, y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Señor y el Maestro os he lavado los pies, vosotros también os debéis lavar los pies unos a otros. Os he dado ejemplo para que así hagáis vosotros. en verdad, en verdad os digo: no es el siervo más que su señor, ni el enviado más que el que le envió. Si comprendéis esto y lo hacéis seréis bienaventurados"(Jn).
Es la última bienaventuranza antes de la Pasión, y como un compendio de las muchas que fue diciendo a lo largo de su vida pública, además de las ocho del Sermón del Monte: Bienaventurado el que sirve porque sabe amar como Dios ama.
"Cuando llegó la hora, se puso a la mesa y los Apóstoles con Él. Y les dijo: Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer"(Lc). Jesús está lleno de deseos de entrega. Su corazón vibra de amor a los hombres. Sabe que dentro de unos momentos se va a hacer realidad el gran invento divino de la Eucaristía. Va a poder entrar en comunión íntima de alma y cuerpo con los que le quieran. El amor no puede hacer más, pues siempre busca el bien del y la unión con el otro. "Sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos en el mundo, los amó hasta el fin"(Jn) Su mirada recorre los rostros de todos. Todos le observan con atención y en silencio expectante. Ha pensado mucho en este momento. Sabe que podrá amar de un modo aún mayor que antes. Y el amor le llena el espíritu, sin olvidar lo que va a suceder, y lo que va a padecer. Quiere y quiere querer, arde en deseos de entrega. Está con el alma en vilo. Por fin ha llegado el momento, aunque sea tan difícil. Sabe que es la última cena con ellos. Por eso añade "porque os digo que no la volveré a comer hasta que tenga su cumplimiento en el Reino de Dios"(Lc). La plenitud de la salvación llegará al final de los tiempos cuando Jesús vuelva glorioso a vencer el último enemigo que es la muerte y funde unos nuevos cielos y la nueva tierra. El reino de Dios llegará, pero de un modo bien distinto a como podríamos imaginarlo los hombres, será toda la plenitud y toda la belleza, pero vencido el mal en su más íntima raíz.
Jueves Santo Misa Crismal 13-04-2.017
Se llama Misa Crismal porque es celebrada por el obispo con todos los presbíteros y diáconos de su diócesis.
La Misa Crismal es una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del obispo, que ha de ser tenido como el gran sacerdote de su grey, y como signo de la unión estrecha de los presbíteros con él.
En esta misa se consagra el Santo Crisma y se bendicen los óleos de los catecúmenos y de los enfermos. Esta solemne liturgia se ha convertido en ocasión para reunir a todo el presbiterio alrededor de su obispo y hacer de la celebración una fiesta del sacerdocio.
El origen de la bendición de los santos óleos y del sagrado crisma procede de ambiente romano, aunque el rito tenga huella galicana. Parece ser que hasta el final del siglo VII, la bendición de los óleos se hacía durante la Cuaresma, y no el Jueves Santo.
Hoy Jueves Santo es el día de la institución de la Eucaristía, se bendicen los santos óleos, sobre todo del óleo de los catecúmenos y del Santo Crisma, para la celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana.
La palabra crisma proviene del latín chrisma, que significa unción. Así se llama ahora al aceite y bálsamo mezclados que el obispo consagra en esta misa. Con esos óleos serán ungidos los nuevos bautizados y se signará a los que reciben el sacramento de la Confirmación. También son ungidos los obispos y los sacerdotes en el día de su ordenación sacramental.
Así pues, el Santo Crisma, es decir el óleo perfumado que representa al mismo Espíritu Santo, nos es dado junto con sus carismas el día de nuestro bautizo y de nuestra confirmación y en la ordenación de los sacerdotes y obispos.
Con el óleo de los catecúmenos se extiende el efecto de los exorcismos, pues los bautizados se vigorizan, reciben la fuerza divina del Espíritu Santo, para que puedan renunciar al mal, antes de que renazcan de la fuente de la vida en el bautizo.
El óleo de los enfermos, cuyo uso atestigua el apóstol Santiago, remedia las dolencias de alma y cuerpo de los enfermos, para que puedan soportar y vencer con fortaleza el mal y conseguir el perdón de los pecados. El aceite simboliza el vigor y la fuerza del Espíritu Santo. Con este óleo el Espíritu Santo vivifica y transforma nuestra enfermedad y nuestra muerte en sacrificio salvador como el de Jesús. La materia apta para el sacramento debe ser aceite de oliva u otro aceite sacado de plantas.
El crisma se hace con óleo y aromas o materia olorosa. Su consagración es competencia exclusiva del obispo. Es conveniente recordar que no es lo mismo el Santo Crisma (que se utiliza en el Bautismo y en la Confirmación y es consagrado) que el óleo de los catecúmenos y de los enfermos (que solo es bendecido y puede serlo por otros ministros en algunos casos).
El rito de esta misa, que debe ser siempre concelebrada, incluye la renovación de las promesas sacerdotales, tras la homilía. No se dice el Credo. Tras la renovación de las promesas sacerdotales se llevan en procesión los óleos al altar donde el obispo los puede preparar, si no lo están ya.
En último lugar se lleva el Santo Crisma, portado por un diácono o un presbítero. Tras ellos se acercan al altar los portadores del pan, el vino y el agua para la eucaristía.
Mientras avanza la procesión se entona el O Redemptor u otro canto apropiado. El obispo recibe los óleos. La misa prosigue como una misa concelebrada normal.
Tras el Sanctus se bendicen el óleo de los enfermos y tras la oración después de la comunión se bendice el óleo de los catecúmenos y se consagra el Santo Crisma. También todos estos ritos se pueden hacer tras la Oración de los Fieles.
En la procesión de salida, los óleos serán llevados inmediatamente después de la Cruz, mientras se cantan estrofas del O Redemptor u otro canto apropiado.
Ubicación: Yaritagua Yaracuy Venezuela
San Felipe, Yaracuy, Venezuela
miércoles, 12 de abril de 2017
Miércoles Santo Nazareno 12-04-2017
El Miércoles Santo es el día en que se reúne el Sanedrín, el tribunal religioso judío, para condenar a Jesús.
Hoy es el primer día de luto de la iglesia, con esto se llega al fin de la Cuaresma, se anticipa el Jueves Santo y entramos en el corazón de la Semana Grande.
La primera parte de la Semana Santa cristiana llega a su fin con la celebración de este día. Hasta este día lo que se ha celebrado se denomina también Pre-Pascua.
La palabra Pascua significa “paso” Dios pasa liberando. Significa por lo tanto, ya desde el Antiguo Testamento, el paso de una vida de esclavitud a una vida de libertad, y a partir de hoy es lo que se va a conmemorar hasta el Domingo de Resurrección.
El episodio de la condenación de Cristo por la traición de Judas es el que convirtió los miércoles en días de ayuno para los católicos, aunque luego se pasara la tradición del ayuno a los viernes. En cuanto a la tradición del ayuno durante la Cuaresma, se ha visto reducida a evitar el consumo de carnes los viernes. Por ello también es conocida la Semana Santa, ya que ha dado origen a tradiciones gastronómicas.
«Por tu fidelidad, ayúdame, Señor». Así nos invita a orar la liturgia de este Miércoles santo, totalmente proyectada hacia los acontecimientos salvíficos que conmemoraremos en los próximos días. Al proclamar hoy el evangelio de san Mateo sobre la Pascua y la traición de Judas, ya pensamos en la solemne misa «in cena Domini» de mañana por la tarde, que recordara la institución del sacerdocio y de la Eucaristía, así como el mandamiento «nuevo» del amor fraterno, que nos dejó el Señor en la víspera de su muerte.
Amadísimos hermanos, dispongámonos a revivir estos acontecimientos con íntimo fervor junto con María santísima, presente en el momento de la pasión de su Hijo y testigo de su resurrección. Un canto polaco dice: «Madre santísima, elevamos nuestra súplica a tu corazón, atravesado por la espada del dolor». Que María acepte nuestras oraciones y los sacrificios de los que sufren, confirme nuestros propósitos y nos acompañe mientras seguimos a Jesús en la hora de la prueba suprema. Cristo, martirizado y crucificado, es fuente de fuerza y signo de esperanza para todos los creyentes y para la humanidad entera.
Seguir a Jesús es ayudar a los que se hallan cansados y animar a los desesperanzados, estar dispuestos a ofrecer nuestra espalda a los golpes cuando así lo requiere nuestro testimonio de discípulos de Cristo. Hoy como ayer muchos se avergüenzan de Jesús, en determinados ambientes: ¿Estamos dispuestos a recibir los insultos que nos pueden venir de este mundo ajeno al evangelio?, ¿o sólo buscamos consuelo y premio en nuestro seguimiento de Cristo? Una auténtica devoción a la Humanidad de Jesús nos ha de ayudar a vivir intensamente con los sentimientos, pero al servicio del amor auténtico, como veremos este jueves en la santa cena del Señor, donde se acrisolan los afectos con el dolor.
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